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Los adioses


Por Patricia Aridjis, fotógrafa*


Si vis vitam para mortem

Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte.

Sigmund Freud


Unos zapatos pequeños que entran a fuerza en los pies regordetes de un niño de tres años. Es Jonathan que no deja de jugar mientras lo visten para llevarlo a la guardería. “Me voy a ir al cielo, mamá”, le dice sin más ni más a Juana.

No Jonathan, primero se irá el abuelo, luego yo. Y muuuucho tiempo después, tú, porque estás muy chiquito.

Horas después Juana aturdida, toma el camión hasta La Rosales. Luego camina con la mano sobre el pecho. Su guía, es una gran columna de humo gris que serpentea hacia arriba.

Confusión. Confusión. Confusión. Búsqueda de hospital en hospital.

Jonathan inconsciente, metido en una bolsa de aluminio para regular la temperatura.

Era el 5 de junio de 2009. Jonathan murió dos días después. La tráquea del pequeño estaba totalmente quemada.

Jonathan Jesús Reyes está en la lista de los 49 niños que murieron en la Guardería ABC, hace casi 10 años.

“Me voy a ir al cielo”, dijo horas antes del incendio. Las palabras dejan de ser coincidencias y se vuelven vaticinio.



El duelo


Difícil aceptar la subversión de la ley natural: ver morir a un hijo.

Sucesor, descendiente. Carne de mi carne; sangre de mi sangre; portador de mi nombre; el designado para seguir con la estirpe. Continuidad, trascendencia, futuro.

“Con un hijo, la pérdida es implacable, no sólo se pierde a un ser amado, o un pasado en común, sino lo que potencialmente ese ser hubiera podido brindar de haber vivido. La medida del horror, de quien está en duelo, es en función de la no realización de la vida del muerto”.



La madre


Este proyecto fotográfico es sobre el proceso de duelo que sufre una madre ante la muerte de un hijo.

A raíz de algunos acontecimientos personales y cercanos, e incluso del país, he tenido la inquietud de acercarme a mujeres que han sufrido una pérdida de esta magnitud.

Hace unos años perdí a un ser entrañable y querido y eso me llevó a sentir una gran empatía con las personas que han estado en este trance. Si para mí fue tan doloroso, me imagino lo inmensamente duro que será para una madre, sentir la pérdida de un hijo. El dolor en la mirada de una madre en duelo, me conecta con mi propia herida.

Creo, sin pretender en absoluto minimizar el dolor de un padre, que el sufrimiento de una madre es desgarrador pues el vínculo con los hijos es muy fuerte, en tanto que el hijo se gesta y se desarrolla dentro del vientre femenino. Es amamantado y, en la mayor parte de los casos, criado por una mujer.

Realicé principalmente retratos de las madres. Además de plasmar su duelo y su dolor a través de los espacios y los objetos. A partir de cada historia, y de lo que cada una de ellas me contó respecto a su propio proceso.



Las voces y el silencio


Las circunstancias en las que sucede la muerte de un hijo, tiene que ver cómo se vive el duelo: el lugar que ocupaba en la constelación familiar; si se trata de un adolescente, primogénito, único; si era varón o mujer.

También son importantes las circunstancias que trastocan la vida: un deceso esperado; una muerte abrupta, inevitablemente traumática…

Además la historia personal de la madre, interviene en el proceso de duelo.

En ese sentido, fotografié a madres cuyos casos han sido difundidos por su impacto social, como una manera de reavivar la memoria:

Tal es el caso la Guardería ABC, una tragedia tan vigente como olvidada.

Dos historias relacionadas con la violencia que se vive en este país: una desaparición y un homicidio por asalto. Dos pérdidas que hasta la fecha lloran las madres dolientes de esos hijos. Una mujer joven que perdió a sus dos hijos en el terremoto de 2017.



Otra historia más cercana, la de mi madre adoptiva, sobre la muerte de su hijo. Es la primera vez que trato en mis ensayos fotográficos, un tema personal y entrañable. Sea pues esta serie, un homenaje a Imelda, la mujer que hizo más llevadera mi orfandad.

Sangre de mi sangre. Mujeres en duelo. Mirarlas, sentirlas. Creo, que en este país, es necesario seguir mirando al otro. A otros, a otras. De esta manera, me miro a mi misma. Me reflejo en ellas. Me conecto con el dolor ajeno, con el propio.





*Patricia Aridjis es fotógrafa free lance, enfocada principalmente a la fotografía documental. Ha publicado, entre otros libros, Las horas negras, ensayo fotográfico sobre mujeres en reclusión, en 2007.

Algunos de los reconocimientos que ha recibido son: Medalla al Mérito Fotográfico que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través del Sistema Nacional de Fototecas. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores, desde el 2010. Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez, 2008. Nominación de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano, 2008. Bolsa de Trabajo Revela (2006), en España. De manera individual o colectiva ha participado en más de setenta exposiciones.

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