SILENCIOS Y GRIETAS EN EL CARIBE COLOMBIANO: MARVEL MORENO Y CECILIA PORRAS
Lara Fratucci y María Camila Ortiz*
“Las mujeres artistas del Caribe colombiano siguen sin ser las protagonistas
de la literatura artística, como sí sucede con la representación masculina.
Se sigue obstaculizando el conocimiento sobre su aporte y se niega la reformulación
de su inclusión en los diferentes movimientos socioculturales”
(FLÓREZ, 2018, p. 63)
La región del Caribe colombiano o también conocida como la Costa Atlántica, continúa siendo atravesada por una cultura históricamente patriarcal, sexista y tradicionalista, dentro de este contexto y en el intento de reflexionar sobre la invisibilidad de escritoras y artistas mujeres, de interpretar sus silencios y aquello que critican o interrogan de la cultura tradicional, como medio de substituir el discurso falocentrico y apropiarse de una identidad que les ha sido negada, traemos el cuento Oriane, Tía Oriane de Marvel Moreno y el trabajo de la artista plástica Cecilia Porras, como manifestaciones que trazaron y trazan reescritas de la historia hegemónica y crean grietas en los cánones exclusivamente masculinos para percibir y generar espacios de liberación y de reconocimiento de sí mismas.
Los conflictos y problemas que las mujeres deben enfrentar para transformarse en creadoras de sus obras artísticas los percibimos en la creación de personajes femeninos en situaciones límites, como son los personajes Tía Oriane y María, encontrados en el ya referenciado cuento, que hace parte de la 2ª edición de Cuentos Completos, publicada en 2018, un compilado de tres libros de Moreno con curaduría de Jacques Guillard y Fabio R. Amaya y publicado por la editora Alfaguara, el cual ha reavivado discusiones y reflexiones sobre la marginalidad de su trabajo dentro del canon literario caribeño colombiano y latinoamericano, al igual que la novela El tiempo de las amazonas, publicada por la misma editora en 2020.
En los últimos años se ha observado un gran esfuerzo no solo desde la academia, con el crecimiento de estudios sobre obras de artistas y escritoras del Caribe, sino también reivindicaciones como las de Las Amazonas Colectivo, que buscan visibilizar el trabajo de mujeres en la literatura y el arte. Por ejemplo, dicho colectivo, dentro del marco de la Feria Internacional del libro de Barranquilla (Libraq) de 2018, realizó una protesta en el panel “Marvel Moreno, un legado”. ¿El motivo? La mesa conformada para hablar de su obra, además de ser totalmente androcéntrica, no contaba con ningún integrante especialista en el trabajo de Moreno, a pesar de existir estudiosas del tema, como la profesora de literatura de la Universidad del Norte de Barranquilla, Mercedes Ortega.
Marvel Luz Moreno Abello (1939-1995) que naciera en Barranquilla, es considerada una de las más importantes autoras colombianas del postboom, junto con Fanny Buitrago (Barranquilla, 1943) y Alba Lucía Ángel (Pereira, 1939). Moreno escribió sobre la historia femenina barranquillera y latinoamericana, partiendo de su experiencia como integrante de la élite de su ciudad, adoptando una posición crítica frente a la sociedad patriarcal en la que creció. Y, a pesar de que la crítica de la época se interesó en sus escritos, el reconocimiento y la divulgación de su obra se ha dado después de su muerte.
Figura 1 - Capa del libro Cuentos Completos, 2018.
En la mencionada recopilación el primer título que encontramos es Oriane, Tía Oriane. Este texto fue escrito y publicado por primera vez en 1981. Este cuento nos transporta a la casa antigua de una señora llamada Oriane, lugar donde acompañamos su vida y misterioso pasado a través de la visión de su joven sobrina nieta, María, que se queda de vacaciones en dicha casa ubicada cerca al mar. Conocemos a la señora que es empleada del local, Fidelia, única compañía de Oriane, y que, además de mantener el orden de las cosas, de alguna forma representa la conciencia, recordando el pasado y volviéndose espejo.
Figura 2 - Fotograma del vídeo ‘Tía Oriane’ de Daniel Quiceno, 2010.
La autora usa elementos de descripción, referencias a imágenes, sonidos y sensaciones, además de metáforas y figuras literarias para relatar las situaciones. Su narración nos lleva a límites difusos entre la realidad y la fantasía.
Entrelaza historias de un pretérito silenciado, escondido en objetos, dibujos y espacios de la casa, junto a un presente ruidoso, que en un primer momento asusta a la joven María, pero luego la fascina. Se identifica con su tía abuela y pasa a tener una complicidad con ella y el pasado que oculta en su mente. En su narrativa las omisiones proliferan los sentidos del texto, y existe una preocupación por buscar el sentido de la vida en espacios que oprimen a aquellas que lo habitan.
Tía Oriane es la aberración de la familia y hay un intento de emanciparse a través de su sobrina nieta María, sin embargo, al final percibimos que ambas quedan presas de la dominación masculina: Tía Oriane usando el dibujo como expiación de crímenes que desconoce, y María observando un “lento transcurrir de días iguales en el jardín de una casa donde un marido cualquiera la había confinado” (MORENO, 2018, p. 7).
Moreno levanta reflexiones sobre la ideología patriarcal en el interior de la familia, las grietas de un amor antiguo y prohibido, las historias y secretos de Oriane, que María revive a través de sus propios sueños. Al usar lo onírico como rito de iniciación, percibimos en María el descubrimiento de su sexualidad y la transgresión de las normas morales impuestas en aquella vieja casa. La autora utiliza el realismo mágico, ensoñaciones y abstracciones, que permiten al lector tener diversas posibilidades de interpretaciones.
En este sentido, así como Moreno, otras artistas han anclado sus trabajos en la ruptura de normas y valores del sistema de género, generando una serie de flujos que transitan entre las fronteras canónicas que pretenden separar las artes entre sí o las formas del arte de las formas de vida. Como es el caso de la cartagenera Cecilia Porras (1920 – 1971) que, después de su fase inicial en la pintura, parte para una explicitación de los sentimientos, dándose licencias plásticas y de composición, tomando el lienzo como espacio para su construcción como individuo. En una sociedad que ha privilegiado dentro la historia del arte la visibilización de los hombres y que percibía la idea del arte como una actividad de manualidades para “señoritas de bien”, Porras fue una de las primeras mujeres de mediados del siglo XX a dedicarse profesionalmente a las artes plásticas.
Cecilia y los pájaros (1954), es uno de sus autorretratos más icónicos: las maríamulatas, aves emblemáticas de Cartagena, nos remiten a la importancia que Porras le daba a su territorialidad, de afirmar su lugar de enunciación, además del contundente brazo izquierdo levantado que, enmarcado en su proveniencia familiar, se posiciona como un confronto a esa institucionalidad conservadora que encarnó en la figura de su padre. La búsqueda por romper concepciones tradicionales sobre la mujer y moldes académicos del arte se hacen perceptibles en la segunda parte artística de su vida: “Creía ingenuamente que la pintura tenía que ser imitación fiel de la naturaleza y que a un artista le estaba prohibido alterar o interpretarla según su manera de sentir” (BOTERO, 2012, p. 103).
Vemos en Porras características similares que observamos en el personaje de Tía Oriane, que usa el dibujo como acto transgresor del control patriarcal y, así como “sus manos aleteaban sobre las hojas y círculos y cruces desaparecían bajo una trama de líneas que se unían formando diminutos rombos” (MORENO, 2018, p. 6) los objetos de los cuadros de Porras no son el centro de la representación, y sí un pretexto para explorar un determinado lenguaje. Por ejemplo, en la obra Castillo de San Felipe (1967), las líneas son protagonistas manteniendo una figura sin someterse a la misma, alejándose de ese periodo inicial donde el propósito de sus obras era la imitación.
Los escritos y cuentos de Moreno, a través de la prosa poética, y las pinturas de Porras, además de revisar la memoria transcultural del Caribe colombiano y el complejo universo femenino, también debaten el descubrimiento y ejercicio de la sexualidad, ironizan el poder represivo de las instituciones, principalmente el patriarcado en crisis y, al final de su vida, en el caso de Moreno, cuestiona la soledad, el dolor físico, el miedo y sus percepciones de la humanidad, de la modernización y de los cambios sociales.
En Moreno y en Porras el cotidiano ya no es la norma, las obras se despliegan como lugares de enunciación, lugares de tránsito donde todo puede suceder, hay una negación a aceptar modelos identitarios dominantes. Ellas pasan a representarse y presentar nuevos e ilimitados conceptos acerca de la subjetividad femenina, permitiendo la posibilidad de resignificación.
Referencias:
Botero, Isabel Cristina Ramírez. Cecilia Porras: un hito de ruptura en las artes plásticas en Cartagena a mediados del siglo XX. Memoria y sociedad 16, no. 33 (2012): 100-119.
Flórez, Alexa Cuesta. Visionarias de la perspectiva de género en el arte contemporáneo del Caribe colombiano. Memoria y Sociedad 21 (42), 2017, p. 58-81.
Moreno, Marvel. Oriane, Tía Oriane. In: Cuentos Completos. Bogotá: Alfaguara, 2018, p. 4-18.
*Autoras invitadas:
Lara Fratucci. Licenciada en Cine y Audiovisual por la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (UNILA). Actualmente es estudiante de la maestría en el Programa de Posgrado en Literatura Comparada de la UNILA. Tiene experiencia en las áreas de Artes, Audiovisuales y Multimedia.
María Camila Ortiz. Estudiante de la maestría en Integración Contemporánea en América Latina y del pregrado en Cine y Audiovisual de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (UNILA). Con Especialización en Fotografía: Praxis y Discurso Fotográfico por la Universidad Estadual de Londrina (UEL).
Palabras clave: literatura femenina, ruptura, territorialidad, Marvel Moreno, Cecilia Porras.
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